Sedimentos: el regalo aluvial de los Andes
El río Amazonas junto con el río Amarillo o Huang He en China y el río Ganges-Brahmaputra en India y Bangladesh, está entre los tres mayores contribuyentes de sedimentos fluviales a los océanos.
Sin embargo, en comparación con otras grandes cuencas hidrográficas del mundo, el Amazonas tiene una baja productividad de sedimentos dado que la principal zona de erosión en la cuenca está restringida a los Andes y las tierras bajas contiguas, lo que representa aproximadamente un séptimo del área de la cuenca. Esta zona muy probablemente contribuye con el 85% o 90% de sedimentos descargados a través de la desembocadura del río Amazonas. Se ha estimado que el Amazonas transporta anualmente 1.200 millones de toneladas de sedimentos, información que ha sido registrada a la altura de la ciudad de Óbidos – Brasil, donde se encuentra el tramo más angosto de la cuenca baja del río. En promedio, aproximadamente el 75% de los sedimentos transportados más allá de esta zona alcanza el Atlántico. El otro 25% es depositado a lo largo de los 800 kilómetros del curso bajo del río, antes de llegar al Atlántico. Una vez ahí, las corrientes marinas transportan aproximadamente el 30% de los sedimentos a lo largo de las costas de la Guayana Francesa, Surinam y Guyana. Algunos de los sedimentos son depositados inclusive a los alrededores del delta del río Orinoco.
Las concentraciones totales de sedimentos en el río Amazonas decrecen de oeste a este, dada la gran cantidad de volúmenes de agua baja en sedimentos, especialmente provenientes de los ríos Negro, Tapajós y río Xingu, que drenan en el lado oriental de la cuenca amazónica en Brasil. Cerca del 90% de la carga de sedimentos del río Amazonas proviene de las cuencas de los ríos Madeira, Ucayali y Marañón.
El transporte de sedimentos es altamente dinámico en el río Amazonas debido a los niveles fluctuantes del río y las vastas llanuras de inundación. Las concentraciones más altas de sedimentos ocurren durante los períodos de incremento del nivel de las aguas. Dado que al agua del río le toma por lo menos un mes en descender desde los Andes hasta el Atlántico, la carga de sedimentos en gran parte del curso se mantiene alta durante algunas semanas después que la temporada de lluvias se ha iniciado al oeste de la cuenca. Quizás un 30% de las aguas del río Amazonas fluye a través de las llanuras de inundación antes de reingresar al cauce principal. Durante esta transición, el 80% de sus sedimentos son depositados.
Los factores principales de los que depende el proceso de depósito de sedimentos son la fluctuación del nivel del río y la duración de la inundación, por lo que no es inusual que entre 20 y 30 centímetros de sedimentos sean depositados anualmente en las llanuras de inundación. Y mientras éstas se van levantando con el aporte de estos depósitos, al mismo tiempo las riberas van siendo erosionadas que están expuestas a la fuerza de la corriente de las aguas que suavemente remueven los sedimentos que más adelante serán depositados nuevamente en algún otro lugar. En este proceso, el derrumbe de las riberas erosionadas es un fenómeno bastante frecuente y conocido a lo largo de los ríos de aguas blancas en la Amazonía. Cuando los niveles de agua empiezan a descender rápidamente, las riberas de entre 5 y 10 metros empiezan a volverse inestables, dado que la pared de agua que las sostenía ha desaparecido. Bajo estas condiciones, el material que constituía la ribera cae al agua llevando frecuentemente consigo vegetación y árboles, algunos de ellos de gran tamaño. En ese sentido, no es inusual para los agricultores perder sus cultivos de plátano, yuca, cacao, u otros en estos derrumbes.
Se estima que la llanura de inundación del río Amazonas entre el río Purús y el río Negro se recicla cada 2,500 años por los procesos de erosión y sedimentación que ocurren anualmente. Sin embargo, ahí donde la erosión es intensa, cerca de los Andes, las llanuras de inundación podrían ser recicladas en cuestión de algunos siglos o, en algunos tramos, incluso algunas décadas.