Bofedales y praderas altoandinas

Bofedales y páramos: humedales fríos

Los páramos y bofedales son humedales altoandinos que se encuentran por encima de los 3.800 metros sobre el nivel del mar. En general se caracterizan por acumular grandes cantidades de agua en sus suelos, que actúan y tienen una estructura similar a esponjas, y por mostrar un predominio en la vegetación tipo matorral (arbustiva), por lo que están clasificados como praderas o matorrales de montaña. Según la clasificación RAMSAR corresponden a “turberas no arboladas -incluye turberas arbustivas o abiertas (“bog”), turberas de gramíneas o carrizo (“fern”), bofedales, turberas bajas”. Por su parte, los bofedales son usualmente clasificados en dos grupos principales: arbolados y no arbolados.

Los bofedales altoandinos son no arbolados y recuerdan a praderas, las cuales usualmente rodean a los bofedales en las partes más bajas del valle. Las praderas altoandinas son comunes en la base de las montañas de las áreas más secas, en donde los bajos niveles de humedad y/o las bajas temperaturas limitan la densidad de arbustos y árboles.

Dado que se encuentran en las zonas altas de los Andes, la temperatura promedio del aire es baja (menor a 16°C), por lo cual, la velocidad de descomposición es mucho menor a la de las zonas bajas de la Cuenca, y por tanto se forman capas gruesas de material orgánico muerto, llamado turba o turbera, acumulado por miles de años y bajo condiciones húmedas, o inundadas, de manera permanente. Las turbas o turberas de los páramos y bofedales atoandinos pueden tener desde centímetros hasta varios metros de material orgánico acumulado. En los Andes tropicales los bofedales también pueden estar asociados a arbustos.

La turba es más abundante entre los 4.000 y 5.000 metros sobre el nivel del mar, donde la temperatura promedio del aire es menor a 16°C. En las zonas más elevadas, muchos de estos páramos y bofedales están asociados a arroyos de origen glaciar, pueden encontrarse al lado de pequeños ojos de agua ácida, o estar cubiertos por delgadas capas de nieve durante períodos cortos del año.

Aunque tienen características ecológicas distintas, especialmente en términos de profundidad de suelo orgánico, los páramos, los bofedales y las praderas altoandinas tienen frecuentemente gran relación y proximidad, probablemente todas deberían manejarse de manera conjunta. El pastoreo, bien sea de ganado camélido (llamas, alpacas, vicuñas y guanacos), o de ganado caprino, ovino, equino y/o vacuno, puede considerarse como uno de los principales impactos en los bofedales, pues compacta el suelo, ocasionando que pierda su estructura en forma de esponja, y por ende, la capacidad de almacenamiento de agua.

Los botánicos han sugerido recientemente que los aguajales podrían ser considerados también como bofedales arbolados, dado que poseen suelos orgánicos bajo condiciones de temperatura relativamente altas propias de la Amazonía baja. Así como otros bofedales almacenan una gran cantidad de carbono. Es probable que esta sugerencia no sea aceptada, ya que, como se mencionó, estos pantanos de palmera ya son conocidos como tales o se les ha asignado nombres locales, como el de aguajales en Perú, cananguchales en Colombia o el de buritizais en Brasil. Sin embargo, por su extensión sí es necesario reconocer su importancia como grandes almacenes de carbono.