Bahías de las desembocaduras

Conservando la Cuenca Amazónica Aguas Amazonicas

Los cursos más bajos de muchos de los ríos de aguas claras así como de los de aguas negras son bastante amplios en forma y ancho; gracias a ello comúnmente se les denomina “bahías de desembocadura”. Sus anchos no son normalmente proporcionales al área de la cuenca drenada, ni a la descarga. Estos trechos, con forma de lagos en los ríos, son valles hundidos que podrían estar formados por una combinación de fallas y depresiones ocurridas durante la era del hielo en el Pleistoceno, cuando los niveles del mar eran más bajos. Estos niveles bajos hicieron que los ríos corran más rápidamente y que se profundizaran sus cauces. Así, los ríos que cargaban grandes cantidades de sedimentos (como el Amazonas y el Madeira), han llenado cualquier excavación producida durante el Pleistoceno. A diferencia de estos, los afluentes de aguas claras y los de aguas negras no fueron llenados debido a sus escasas cargas de sedimentos. En la actualidad los cursos más bajos de muchos de estos tributarios son hoy naturalmente “embalsados” durante algunas épocas del año debido a crecidas de los ríos principales donde descargan. Muchas veces estas desembocaduras están bordeadas por zonas altas de tierra firme que las hace ver como reservorios artificiales. La zona inundable es generalmente angosta pero en algunos casos puede ampliarse aguas arriba de las desembocaduras, como el caso de Río Negro, donde existen formaciones de archipiélagos. Las islas sobre las bahías de desembocadura representan una zona de sedimentación donde la corriente del río disminuye por el efecto “embalse” de los ríos principales.

A pesar de que las bahías de desembocadura son sistemas de flujo continuo, en algunos casos el agua puede ser retenida por medio año a causa de las reducidas corrientes.

Aunque los niveles de nutrientes son relativamente bajos, la producción de fitoplancton puede ser alta en algunos ríos de aguas claras como el Tapajós, debido a la buena transparencia del agua. En las bahías de desembocadura la densidad y biomasa de artrópodos bentónicos es por lo general baja y al parecer ocurre lo mismo con la ictiofauna, aunque esto no ha sido muy investigado. El plancton puede acumularse cerca a la zona de confluencia bahías de desembocadura- río principal. Estas áreas contienen a menudo especies de peces especializados en el consumo de fitoplancton y zooplancton. El plancton de las bahías de desembocadura también puede ser arrastrado hasta los ríos turbios donde podría ser consumido por las comunidades de artrópodos y peces. A pesar de los bajos niveles de nutrientes, en las bahías de aguas claras también ocurren afloramientos estacionales de fitoplancton.

Las bahías de desembocadura más grandes de la Amazonía son aquellas de los tres ríos de aguas claras más grandes que drenan el Escudo Brasileño. De este a oeste, se trata de los ríos Tocantins, Xingu y Tapajós. Estas bahías de desembocadura varían entre los 8 y 150 km de largo y llegan a medir entre 2 a 15 km de ancho. Las profundidades son normalmente menores a 20 metros. La bahía de desembocadura de aguas negras más grande es la del río Negro frente a Manaus. Desde la desembocadura del río Madeira hasta la frontera con Colombia, existen numerosas bahías de aguas negras más pequeñas, como las del río Tefé o del río Coari.

En los lagos permanentes y en el océano los peces se agrupan por el lugar en el que habitan en la columna de agua y en relación a zonas de orilla. Los peces pelágicos viven en aguas abiertas a varias profundidades, mientras los peces bentónicos o demersales viven en o cerca al fondo. Estas agrupaciones no siempre se pueden aplicar a los lagos en el Amazonas ya que por su ubicación en los bosques inudables, los niveles de agua cambiar de manera peramanente. Para el caso de las bahías de desembocadura esto no ocurre y permite la presencia de los maparates (Hypophthalmus), especies comunes para el comercio que habiatan las bahías, donde se alimentan de fitoplancton y zooplancton. El río Tocantins ha sido siempre la bahía de desembocadura más importante para la pesca maparates, seguido por el río Xingu y el río Tapajós. Antes de la construcción de la Represa Tucuruí las pesquerías estuvieron confinadas al área aguas abajo de la represa. Hoy existen pesquerías relativamente grandes en este reservorio de 2,400 km².

Las pesquerías de maparate en el bajo río Tocantins usan principalmente redes y trampas. La trampa parí es un tipo de valla hecha a base de troncos de palmera, usada en el bajo río Tocantins donde las mareas suben al menos un metro. El pari se ubica enfrente de pequeños riachuelos para impedir que los peces migren durante las mareas bajas. Tanto los camarones como los peces son arrastrados detrás de la valla. El matapi es usado comúnmente en playas arenosas, para pescar camarones y peces. Las redes agalleras son usadas para capturar maparates tanto en el bajo Tocantins como en el reservorio. Esta especie forma cardúmenes no solamente para migrar río arriba sino también para alimentarse de plancton. Andar en cardúmenes le ofrece a esta especie pelágica más protección de depredadores, como los delfones, pero también los hace más vulnerables a los pescadores.

El cacuri es un tipo de presa más grande, y es quizá la pesquería más inusual del río Tocantins. Esta presa es básicamente una gran valla que acorrala a los peces en dos trampas con forma de corazón, en ambos extremos. Las presas son puestas a lo largo de los bancos del bajo río Tocantins. Los cardúmenes del maparate migratorio son el principal objetivo de las pesquerías cacuri. Se ha desarrollado una interesante simbiosis entre los delfines rosados (Ignia geoffrensis) y los pescadores de cacuri. Los delfines desplazan a los maparates hacia los cacuris y en respuesta a esto los pescadores les retribuyen con pescado.

Las pesquerías de maparate del bajo río Tocantins operan desde el siglo XIX, siendo Cametá el puerto principal. El maparate ha sido tradicionalmente salado para la venta en Bélem, sin embargo hoy es vendido también en su forma fresca. En la primera mitad del siglo XX, las pesquerías de maparate se volvieron más especializadas. Los pescadores desarrollaron una técnica llamada bloqueio, que en realidad es como una red de arrastre que embolsa a la captura. Dicha técnica emplea dos redes de entre 200 a 500 metros, 12 a 16 metros de alto y abertura de malla de 4 cm, cada red es cargada en canoas separadas. Un cardumen de maparete es inicialmente ubicado por un pescador empleando un aparato parecido a una espada llamado el tala, un palo plano de 2,5 a 3,0 metros de largo hecho de tronco de palmera tipo yarina (Phytelephas macrocarpa). Desde la proa de la canoa, el pescador rema con una mano y de tanto en tanto corta semi círculos en el agua con la tala. Con el uso de la tala pueden sentirse los movimientos del maparete y así el pescador puede identificar la densidad, extensión y el centro del cardumen. Una vez que el cardumen de maparate es hallado, el pescador con la tala avisa a los pescadores de las otras canoas, para echar las redes al agua. Después de encontrarse ambas redes, seis a ocho pescadores bucean a varias ubicaciones para que las secciones bajas de las redes sean levantadas a la superficie, formándose así una gran bolsa donde los peces son atrapados y sacados con canastas. La tripulación de pescadores de maparate que usan esta técnica de bloqueio están compuestos normalmente de 30 pescadores, pudiendo ser capturadas 8 toneladas de pescado en una sola operación.

Durante la década de 1970 se hicieron intentos por industrializar las pesquerías de maparate del río Tocantins. La mayor parte del maparate era exportado a los Estados Unidos. En 1974 y 1975 el maparate ocupó el cuarto lugar entre las especies esportadas desde el estado de Pará. Cametá era el puerto más importante de maparate ya que contaba con el 40% del total de la pesca en la ciudad, con 1,000 toneladas.

Los cardúmenes de maparate también son capturados en la desembocadura del río Xingu. Los pescadores locales del río Tapajós reportaron que el maparete fue abundante en la década de 1960 y comienzos de 1970, pero las operaciones extractivas a gran escala de oro en el curso medio del río destruyeron las poblaciones de peces por las grandes cantidades de sedimentos descargados en el sistema. Estos incrementaron significativamente la turbidez de las aguas, causando una disminución en la producción del fitoplancton y consecuentemente en la producción de peces. A pesar de que la minería de oro ha disminuido significativamente desde comienzos de la década de 1990, las poblaciones de maparate aún no parecen haberse recuperado en el río Tapajós.