De alguna manera, sin un asiento asignado previamente, tuve la suerte de sentarme junto a una ventana. Mirando a través de ese pequeño rectángulo de veinte-por-treinta centímetros, quedé cautivada por la dramática topografía. El bullicio de una extensa Lima dio paso a un estéril desierto costero. Luego se elevaron las áridas estribaciones andinas, hasta que nos elevamos por encima de escarpadas cumbres montañosas.
+ Leer más (en inglés)