En la Amazonía viven unos 400 pueblos indígenas. Por eso se dice que este es un territorio indígena que fue delimitado por deidades que también establecieron un orden social. Allí, en la selva tropical más grande del mundo, los saberes y las prácticas sagradas regulan la relación entre el hombre, la naturaleza y los recursos naturales, desde tiempos ancestrales. Cientos de años después, campesinos de otras regiones empezaron a colonizar la Amazonía y a transformarla con sus propias costumbres. En 1992, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (celebrada en Río de Janeiro) señaló la importancia de la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la toma de decisiones sobre la gestión ambiental de sus territorios. En la Amazonía, ciencia y saberes tradicionales se han dado de forma paralela.
Michael Goulding, ecólogo acuático que ha investigado esta región por más de cuarenta años, explica que el conocimiento que hasta ahora se tiene sobre la Amazonía es parcial ya que las investigaciones se solían realizar desde distintos enfoques, pero no de manera integral. “Desde las ciencias naturales se observaban las especies y aspectos específicos como sus ciclos de vida, pero no su relación con las formas de vida de las comunidades humanas. Desde la antropología se registraban los conocimientos tradicionales de los campesinos e indígenas, pero no se observaban las especies. La investigación se desarrollaba, además, a pequeñas escalas que no tenían en cuenta el contexto ecológico del gran ecosistema amazónico”; cuenta Goulding.
En los años 80 se empezaron a investigar asuntos a gran escala como la migración de los peces para entender la conectividad ecológica de la cuenca; es decir, para entender la forma en la que se relacionan e impactan (positiva o negativamente) los diferentes elementos que la conforman: sus ríos, humedales, bosques, animales y, por supuesto, las poblaciones humanas. Los saberes de indígenas, campesinos y ribereños dejaron de ser solo un objeto de estudio. “Las comunidades locales son las que conocen la región en donde viven”, afirma Michael Goulding, “por eso entender la conectividad ecológica de la Amazonía solo es posible gracias sus conocimientos; es gracias a ellos que ahora sabemos cómo ocurren la migración de los peces o las aves, o los ciclos de fructificación de los árboles”.
La participación de las comunidades locales va incluso más allá. La investigación, indispensable para obtener datos que sirvan para planificar y ordenar el territorio, ahora se hace con las comunidades, quienes ayudan a identificar y definir qué tipos de datos se necesitan colectar y en dónde; así se logra información cuantitativa y cualitativa que permite entender cómo encaja una pequeña área de la Amazonía (en Putumayo, Ucayali o la región del río Negro) en esa gran selva. Se trata de entender, por ejemplo, cómo lo que pasa aguas arriba impacta aguas abajo.
Es en ese momento, cuando se encuentran conocimientos locales y científicos, que se comprende este territorio que es complejo de tantas maneras: las extensas distancias que se deben recorrer entre una población y otra, una geografía marcada por la vegetación y los ríos o las divisiones político-administrativas. A estas características se suman las dinámicas de las comunidades locales, muchas de ellas interesadas únicamente en lo que ocurre en su propia región. Sin embargo, explica Goulding, cuando se investiga sobre un recurso en común, como el agua o los peces (la pesca es una de las formas de vida tradicionales en la Amazonía, tanto para el autoconsumo como para la generación de ingresos), se abren espacios para el diálogo y llegar a acuerdos que benefician la gestión de la cuenca.
La ciencia también puede alertar a los locales sobre los impactos que se presentan o se podrían presentar en sus propios territorios debido a proyectos de infraestructura o a afectaciones como la deforestación o la contaminación de los ríos. La toma de decisiones informada en estos asuntos empieza en ese momento. “Lo que facilitan los conocimientos científicos y locales es identificar cómo ciertas decisiones pueden afectar a las comunidades (urbanas y rurales) y los ecosistemas, y a partir de esa evidencia tomar decisiones más adecuadas en cualquier proceso de intervención en el territorio; se trata de un ejercicio no solo de informarse sobre la factibilidad de construir una represa en un área determinada, por ejemplo, sino de desarrollar hipótesis a gran escala que permitan prever los riesgos de dicha construcción. Una gestión exitosa de la cuenca amazónica requiere una perspectiva en la que se comprenda que cualquier cambio en los ecosistemas, tiene impactos sinérgicos a nivel de cuenca. Y en este tipo de procesos también es necesaria la gobernanza de las comunidades”, afirma Michael Goulding.
Cabe destacar que, al igual que la ciencia, los conocimientos locales no son estáticos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en su publicación Conocimientos locales, objetivos globales (del programa Sistemas de Conocimientos Locales e Indígenas), afirma que la dinámica misma de la naturaleza (variable, imprevisible y cambiante) lleva a los locales (pueblos indígenas) a reorientar sus prácticas, enseñanzas y saberes de generación en generación, y, en ese sentido, “guardan similitud con la ciencia, la cual se define por el método científico y no como un conjunto determinado de datos, ya que inevitablemente quedaría obsoleta”.
Ante el reto de armonizar conservación, sostenibilidad y desarrollo en la cuenca amazónica, la gestión de la misma requiere de los conocimientos locales y científicos. Se trata de una gestión integrada que tenga en cuenta los saberes, las prácticas y la visión de futuro de las comunidades locales que la habitan desde tiempos ancestrales y que, a la vez, observe a nivel de gran escala (no solo ecológica, sino también política, administrativa o económica) su planeación y manejo.
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El 9 de septiembre pasado, Michael Goulding recibió el Premio Parker/Gentry 2020 en honor a sus más de cuarenta años de labor a favor de la conservación de la cuenca amazónica. Este Premio es otorgado cada año por el Museo Field de Historia Natural de Chicago (Field Museum) a “un individuo, equipo u organización destacados en el campo de la biología de la conservación cuyos esfuerzos hayan tenido un impacto significativo en la preservación del patrimonio natural del mundo y cuyas acciones y enfoque puedan servir de modelo a otros”. El Comité Científico que selecciona al ganador destacó el enfoque holístico que el Doctor Michael Goulding ha aplicado a la conservación de la Amazonia, un enfoque que integra a las diversas comunidades locales, y que tiene en cuenta los factores sociales, ambientales e institucionales que inciden en la gestión de la misma.
Escrito por Carolina Obregón Sánchez
Fuentes consultadas:
http://aguasamazonicas.org/la-iniciativa/manejo-de-cuencas/
https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/folleto_amazonia_posible_y_sostenible.pdf
http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/HQ/SC/pdf/ILK_ex_publication_ES.pdf
https://sites.google.com/fieldmuseum.org/nature-is-still-open-chicago/parkergentry-ceremony
https://news.mongabay.com/2020/09/why-the-health-of-the-amazon-river-matters-to-us-all-an-interview-with-michael-goulding/