Hidroacústica de peces

Hidroacústica de peces
octubre 30, 2021 AmazCitSci

Conservando la Cuenca Amazónica Aguas Amazonicas

El bocachico de la cuenca Magdalena-Cauca, en Colombia, fue la especie que se estudió con la técnica de hidroacústica, con el objetivo de conocer su canto durante la época de reproducción. Fotografía: Juan Guillermo Ospina Pavón/TNC.

Los sonidos son una de las formas de comunicación más importantes en la fauna. Los animales cantan, rugen o hacen zumbidos cuando detectan alguna amenaza o se disponen a cazar sus presas, y para defender sus territorios o llamar la atención de posibles parejas. Los peces, aunque no tienen orejas, también emiten y escuchan sonidos. De hecho, hasta el momento reconocemos que más de 700 especies de peces producen algún tipo de sonido y de estas al menos 80 son de agua dulce. Los peces se comunican entre sí gracias a que tienen oído medio e interno.

Una de las técnicas para estudiar los sonidos de los peces es la hidroacústica, en la cual, con la ayuda de micrófonos acuáticos (hidrófonos) se realizan observaciones no invasivas para medir la frecuencia, intensidad o periodicidad de dichos sonidos. Silvia López Casas, Doctora en Biología de la Universidad de Antioquia y experta en conservación y gestión de pesquerías de agua dulce, observó durante cerca de un año (2019), junto a Sebastián Muñoz, estudiante de la Universidad de Antioquia, el Grupo de Ictiología de la misma universidad y The Nature Conservancy (TNC), la forma en la que se comunican los ejemplares macho de bocachico (Prochilodus magdalenae) durante el momento de la reproducción, específicamente en el cortejo.

Conservando la Cuenca Amazónica Aguas Amazonicas

Huevos de bocachico fecundados. Fotografía: Silvia López Casas.

El estudio para analizar y describir el canto del bocachico se realizó en siete puntos de la macrocuenca Magdalena-Cauca, en Colombia, en dos fases: en la primera se grabaron los peces dispuestos en parejas (ejemplares de macho y de hembra) en diferentes estaciones piscícolas. Los primeros resultados evidenciaron que los machos emiten un canto cuando están preparados para el desove (en los casos en los que los machos no cantaron no hubo desove por parte de las hembras y, por lo tanto, no hubo fertilización y la reproducción no fue exitosa), lo cual es un indicativo de la madurez gonadal de la especie. Esta fase sirvió para conocer cómo suena el canto del bocachico, cuál es duración y su frecuencia.

La segunda fase se realizó en el medio natural de la especie, los ríos, con el objetivo de verificar si este canto es igual o varía entre diferentes lugares. “En condiciones naturales, los peces eligen ciertas áreas para el desove, son áreas en las que se reúnen en épocas específicas del año para emitir las señales acústicas, y en las que, incluso, se encuentran otras especies de peces, también migratorias, para desovar. Aunque se detectaron diferentes tipos de cantos, se observó que el canto de los bocachicos se distingue de los demás”, comenta Silvia López.

Escucha aquí el canto del bocachico (Prochilodus magdalenae).

Una oportunidad

Durante la segunda fase, en los sitios seleccionados para el estudio, los pescadores artesanales sirvieron como guía para identificar las áreas de desove de los bocachicos. “Los pescadores nos llevaron a unos lugares en los que oyen a los peces ‘roncar’ (hablaban del ronquido de los bocachicos), incluso contaron que ‘sienten en los pies’ estas señales acústicas cuando van en el bote o las oyen cuando se meten al agua a pescar. Otros pescadores artesanales de otras cuencas de este país (Atrato, Orinoquia, Amazonía o Sinú), cuentan que también han escuchado a los peces cantar, roncar o pujar y que también han sentido los golpes en el agua. Esto demuestra que además del bocachico, otras especies migratorias, incluidas las del género Prochilodus (presentes en la gran cuenca amazónica), eligen ciertas zonas y tiempos para la reproducción”, comenta la investigadora.

Para la planificación del territorio y del manejo de los recursos pesqueros es necesario identificar los momentos y las áreas de desove para determinar su protección pues son áreas críticas para la especie. “Si el objetivo es manejar el recurso pesquero es necesario establecer buenas prácticas como cuál es la cantidad permitida que se puede extraer, en qué periodos del año se puede hacer y en qué momentos de la reproducción de la especie es mejor hacerlo para evitar poner su supervivencia en riesgo. Esto es especialmente importante cuando se trata de especies migratorias de agua dulce que son base de la alimentación y de generación de ingresos para las comunidades locales, pero que, no obstante, enfrentan diferentes presiones como la contaminación del agua”, explica Silvia López. En Tailandia, por ejemplo, 23 comunidades de la cuenca del río Salween se organizaron para implementar medidas como la restricción de pescar en ciertas áreas de la cuenca, lo cual favoreció la conectividad de los ecosistemas, la regeneración de biomasa para los peces, la disminución de presiones sobre las especies pesqueras, y el aumento de los beneficios económicos para estas comunidades.

La hidroacústica
Conservando la Cuenca Amazónica Aguas Amazonicas

La hidroacústica es una técnica que permite estudiar la biodiversidad de una manera no invasiva con las especies. Fotografía: Silvia López Casas.

Como ya se mencionó, la hidroacústica es una de las técnicas menos invasivas para monitorear la biodiversidad; esta puede usarse en estudios ecológicos, evolutivos, comportamentales o reproductivos, para la identificación e inventario de especies, y para la evaluación de procesos tanto de las especies acuáticas como de los ecosistemas (marinos o de agua dulce) en que habitan. Su uso en el manejo de pesquerías ha servido para implementar medidas de conservación de las especies y sus hábitats, a partir de la identificación y caracterización de áreas de reproducción. Aunque es una técnica poco usada, posiblemente por el alto costo de los hidrófonos y la poca disponibilidad de aplicaciones para guardar los datos registrados, Silvia López explica que la hidroacústica es ideal para la observación (o la escucha) de los peces en ríos de aguas oscuras, que son turbios y cargados de sedimentos, como muchos de los presentes en la cuenca amazónica. La técnica permite “oír cosas que no somos capaces de ver” debido a las condiciones naturales de los ríos, y, en esta medida, puede favorecer la conexión de las comunidades con estos ecosistemas.

Escrito por Carolina Obregón Sánchez

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