Retos en la gestión de humedales en Brasil: Río Negro y Río Juruá

Retos en la gestión de humedales en Brasil: Río Negro y Río Juruá
febrero 12, 2021 AmazCitSci

Conservando la Cuenca Amazónica Aguas Amazonicas
Los humedales son áreas de tierra inundadas. En tiempos de lluvias estas suelen ser muy abundantes en agua, pero su nivel disminuye cuando llegan los tiempos de sequía. Foto: Walter Wust.Cananguchal, laguna, poza, ciénaga, madrevieja, pantano, estuario, turbera o ronda son algunos de los nombres con los que comúnmente conocemos a los humedales; esas áreas de tierra inundadas de agua y que encontramos en el campo, las costas o en las grandes ciudades, muchos de ellos a simple vista. Su importancia es que son los ecosistemas más productivos del mundo gracias a que son hábitat de muchas especies de plantas, animales o microorganismos que nutren los suelos para permitir, por ejemplo, el cultivo de alimentos, la disponibilidad de agua o la conservación de la biodiversidad. Escenas comunes de un humedal son aquellas en las que se ven abundantes aves e insectos que vuelan sobre el cuerpo de agua; en tierra hay ranas, tortugas o caimanes. En otras se ven canoas de pescadores que en ciertos puntos del curso de agua se detienen para la pesca; también se ven de esas lanchas que transportan gente, alimentos, materiales de construcción o electrodomésticos. Otras son las grandes áreas en las que se cultiva arroz. Todas tienen como escenario común los humedales.
Brasil es reconocido a nivel mundial por ser el país más megadiverso del mundo y por sus reservas de agua, entre ellas numerosos humedales. Actualmente, el país cuenta con 27 humedales de Importancia Internacional o Sitios Ramsar (humedales que por sus características ecológicas son de gran valor a nivel global); nueve de ellos se ubican en la cuenca amazónica, que es la cuenca de agua dulce y la selva tropical más grande del mundo. La importancia de estos humedales para el país y la región amazónica es que se conectan entre sí, contribuyendo a la preservación y conservación de la cuenca, y a la conectividad ecológica de las áreas protegidas que los conforman.
En 2018 se declararon como sitios Ramsar los humedales de Río Negro y Río Juruá, los primeros a escala regional, en los cuales, debido a que ya existen algunas áreas protegidas, se vienen adelantando desde hace varios años procesos de conservación y gobernanza en los que participan poblaciones y gobiernos locales y regionales, asociaciones de la sociedad civil, ONG y el gobierno nacional. La designación como Sitios Ramsar a escala regional representa un desafío: consolidar un modelo de gobernanza que integre la multiplicidad de actores presentes en estas regiones y que dé continuidad y fortalezca los procesos ya en marcha. 
Sitios Ramsar para la conservación
Hasta 2017, Brasil era uno de los únicos países en el mundo que reconocía sitios Ramsar únicamente si estos coincidían con áreas protegidas (unidades de conservación). La razón: en un territorio tan extenso (Brasil es el quinto país más grande del mundo) era necesario optimizar los pocos recursos económicos y técnicos, y el limitado número de personas para la administración de las áreas protegidas y los sitios Ramsar, a la vez. No obstante, teniendo en cuenta la importancia del país como una de las zonas de mayor captación de agua dulce, de su biodiversidad para mantener el equilibrio natural del planeta, y de amenazas crecientes como la degradación y fragmentación de los ecosistemas (debido a la conversión de tierras, la deforestación, la tala ilegal, la sobreexplotación de recursos), el país decidió ampliar los sitios Ramsar también a humedales que no necesariamente son áreas protegidas restrictas a la conservación, como las tierras indígenas, las áreas de preservación permanente en las márgenes de los ríos, entre otras. El objetivo: procurar la conectividad ecológica (especialmente de los ecosistemas de agua dulce) y la conservación del territorio a una escala regional. A partir de entonces, el país cuenta con humedales Ramsar conformados tanto por áreas protegidas como por áreas no protegidas, pero de importancia ecológica, entre ellos Río Negro y Juruá. Cabe señalar que en Brasil las áreas protegidas se dividen en dos grandes categorías como son las de protección integral, que buscan la conservación in situ a largo plazo de la diversidad biológica, y las de uso sostenible que son áreas en donde se hace uso sostenible de los recursos naturales. 
La designación de sitios Ramsar aporta la consolidación de acuerdos de cooperación nacional o internacional para destinar recursos financieros o técnicos para la gestión de los mismos y para adelantar proyectos de conservación. 

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A partir de 2018, Brasil designa como Sitios Ramsar humedales que no necesariamente se ubican dentro de un área protegida, esto permite una mayor conectividad entre estos ecosistemas a nivel regional. Foto: Walter Wust.

Los desafíos: gobernanza y comunicación
“Desde que surgió la idea de declarar sitios Ramsar que no necesariamente correspondieran con áreas protegidas, uno de los mayores desafíos ha sido el construir un único sistema de gestión y gobernanza bajo esta designación Ramsar, en regiones de tal magnitud no solo por su extensión geográfica, sino por la multiplicidad de actores, intereses, necesidades de uso y de conservación, y de iniciativas de gobernanza ya existentes en cada una de las áreas protegidas”, afirma Carlos Durigan, Director de WCS Brasil. Este único sistema de gestión y gobernanza debe ser representativo de todos los actores y sus necesidades y garantizar la participación de la gran mayoría de personas, ya que el objetivo es garantizar no solo la conservación ambiental sino la calidad de vida de las poblaciones locales. 
Según Guillermo Estupiñán, especialista en recursos pesqueros de WCS Brasil, “Río Negro, por ejemplo, es una región de 12 millones de hectáreas en la que viven más de 2 millones de personas, por lo que lograr una alta representatividad da a lugar a otro desafío que es el de la comunicación”. Qué es un sitio Ramsar, cómo se gestiona un sitio Ramsar, cuáles son las prácticas de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales más apropiadas para su conservación, qué es importante conservar de manera estricta y qué es posible aprovechar y cómo hacerlo, o cómo manejar una gran región para garantizar la conservación de la biodiversidad, son algunos de los asuntos que se deben empezar a comunicar a las comunidades locales (indígenas, afrodescendientes y ribereñas), tanto rurales como urbanas, para así consolidar el modelo de gobernanza, que es el primer paso a dar para la gestión de estos sitios Ramsar. 
Un aspecto a destacar en este proceso es que no se partió de cero. El hecho de que ya existieran sistemas de gestión y gobernanza, y planes de manejo para muchas áreas protegidas, ha sido una oportunidad para difundir dichas experiencias y conocimientos a otros territorios que sin ser áreas protegidas forman parte de los sitios Ramsar. La Red de Río Negro y el Fórum Territorio Médio Juruá son dos redes o asociaciones que ya existían antes de la designación Ramsar, y ahora sirven como puntos focales entre los distintos actores involucrados en la gestión de Río Negro y Juruá (comunidades locales, gobiernos, ONG, asociaciones productivas, organizaciones de la sociedad civil y la Convención Ramsar). Desde 2018 estas asociaciones han apoyado las primeras acciones de comunicación y articulación, no obstante las limitaciones debido a la pandemia por Covid-19 y los cambios en las políticas ambientales del país. 

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Una oportunidad en la gestión de Río Negro y Río Juruá es que ya existían sistemas de gestión y gobernanza, así como planes de manejo para muchas áreas protegidas. Foto: Walter Wust.

Aunque en estos dos años, especialmente en 2020, se avanzó en acciones puntuales para lograr la participación del mayor número de personas e instituciones en la construcción del sistema de gobernanza de los sitios Ramsar, el reto más inmediato es buscar fondos a través del Gobierno o de cooperación para dinamizar el proceso. “En el país no hay precedentes sobre cómo consolidar un sistema único de gobernanza para sitios Ramsar, por lo que la mayor preocupación es lograr ese modelo de gobernanza para Río Negro y Juruá (y otros sitios Ramsar de tal magnitud)”, explica Carlos Durigan. La prioridad, una vez se pueda volver a los territorios (muchos de los cuales son de difícil acceso), es realizar procesos de participación presencial con las comunidades locales para identificar esos actores y esas propuestas de gestión que pueden conformar el sistema de gobernanza (este estaría conformado por un comité directivo y varios comités encargados de asuntos puntuales), y para avanzar en el diseño de la red de comunicación. 
El fortalecimiento de la cadena productiva pesquera, el diseño de metodologías y proyectos que permitan la recaudación de fondos, el fortalecimiento del turismo comunitario o el pago por los servicios ambientales prestados por las comunidades son algunas de las acciones que hasta ahora se han propuesto como parte de los planes de manejo de Río Negro y Juruá para el futuro. En el momento la gestión de Juruá y Río Negro está en una fase embrionaria. Pero lograr un solo bloque de gestión para cada uno será una fortaleza importante ya que, aunque son regiones en buen estado de conservación, “es necesario crear un escenario en el que se puedan realizar proyectos de manejo sostenible de los recursos y promover una nueva cultura de desarrollo que contemple la conservación como un motivo suficiente para no intervenir estos territorios con prácticas que los lleven a su deterioro. En Río Negro y Juruá hay muchas oportunidades en las experiencias de gobernanza que ya existen y en el capital social formado para la conservación”, asegura Carlos Durigan.
Un vistazo a los humedales
Río Negro

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Canal principal del bajo Negro. Foto: Luiz Claudio Marigo

La cuenca del Río Negro se ubica en el Estado del Amazonas, al noroeste de Brasil, en una de las regiones más conservadas de la Amazónia brasileña. El Sítio Ramsar Rio Negro cubre un área de 12 millones de hectáreas (un área similar a la de Nicaragua) y es en esta categoría el más grande del mundo. El sitio incluye más de 20 áreas protegidas, muchas de las cuales son tierras indígenas en las que, además, hay importantes sitios arqueológicos. Con una gran riqueza natural y cultural, Río Negro también tiene parte de su território dentro de la Reserva de la Biosfera de la Amazonía Central y es Patrimonio Natural de la Unesco.
La importancia biológica de este Sitio Ramsar como área de alto endemismo se explica por los tipos de humedal que lo conforman: los bosques inundados por ríos de aguas negras (igapós) y las campinas y campiranas que son grandes extensiones de sabanas de arena blanca, únicas en el norte de la Amazonía. Estos humedales son hábitat de muchas especies de fauna y de flora acuáticas (palmeras y árboles tropicales adaptadas a largos períodos de inundación) que solo existen allí y en ningún otro lugar del planeta (son especies endémicas), y de una diversidad de peces que se le considera una de las mayores del mundo (aproximadamente 1100 especies), muchos de los cuales participan en las grandes migraciones a lo largo de la cuenca amazónica. Entre estos peces migratorios están la piraiba, el bagre más grande de América del Sur, y el bagre dorado, cuyo recorrido supera los 11 600 kilómetros de distancia. Río Negro también es hábitat de especies amenazadas como la nutria gigante de río (la más grande del mundo con casi dos metros de largo), el sauim-de-coleira, el delfin rojo, el manati y el mono araña de vientre blanco, además de aves amenazadas a nivel global como el Hormiguero pechicenizo y plantas como la castaña de Brasil.
A nivel local, regional y global, gracias a las altas tasas de precipitación (lluvias) que allí se presentan, Río Negro es una de las zonas de mayor captación de agua dulce; muchos pueblos indígenas que habitan en la parte alta de la cuenca amazónica y al menos seis municipios de Brasil se abastecen de su agua El río, además, sirve como principal vía de transporte y conexión entre las ciudades y los municipios de la región. 
Cabe destacar que el Río Negro es, en parte, una región cuya riqueza natural se debe a prácticas indígenas milenarias (de al menos diez mil años atrás) que contribuyeron a transformar suelos que eran pobres en nutrientes (esenciales para el desarrollo de la vida vegetal) a suelos fértiles. Gracias a la “tierra negra india”, por la transformación de restos de cerámica y de desechos orgánicos que los indígenas depositaban en lugares específicos para su descomposición, surgió una diversidad de fauna y flora que hoy caracteriza a Brasil como el país más biodiverso del mundo. 
Río Juruá

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Bosque ribereño en el río Juruá en Acre, Brasil. Foto: Walter Wust.

La Cuenca del Río Juruá se ubica en el estado de Amazonas, al suroccidente de Brasil. El sitio Ramsar tiene una extensión de 2,1 millones de hectáreas (una extensión similar a la de El Salvador) y está conformado por tres áreas protegidas y un territorio indígena. Al igual que Río Negro, Juruá también está en el territorio de la Reserva de la Biosfera de la Amazonía Central. Sus humedales son bosques inundables o várzea (propios de las llanuras de inundación y a lo largo de los ríos de aguas blancas de la Amazonía), lagos que aparecen y desaparecen según la época de lluvias o verano, y ríos abundantes de aguas blancas. 
A nivel biológico, Juruá es un lugar esencial para la conservación de peces (es hábitat de 392 especies de peces de importancia alimentaria y comercial para las poblaciones humanas) gracias a que sus humedales, ricos en nutrientes, ofrecen alimento y sirven como sitio de anidación de los huevos depositados allí por las hembras; así como para la conservación de reptiles y mamíferos vulnerables de extinción como la taricaya, la tortuga cabezona o la tortuga cupiso, el manatí del Amazonas, el armadillo gigante y el uacarí calvo. Juruá también es hábitat de una de las mayores riquezas y diversidad de anfibios, del oso hormiguero gigante, el tapir de tierras bajas y el pecarí de labios blancos; y es hogar permanente de numerosas especies de aves (las regiones de Mamirauá y Alto Juruá son Áreas Importantes para las Aves) y transitorio de aves migratorias. 
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Según Alberto Chirif, es el mayor experto en comunidades indígenas del Perú, la gobernanza se define como “las interacciones y acuerdos entre gobernantes y gobernados, para generar oportunidades y solucionar los problemas de los ciudadanos, y para construir las instituciones y normas necesarias para generar esos cambios”.
Escrito por Carolina Obregón Sánchez
Fuentes consultadas: