La Gestión Integral del Recurso Hídrico propone una mirada amplia a los elementos naturales, sociales, demográficos o económicos a nivel de cuenca para el manejo del agua y sus recursos. Fotografía: Walter Wust.
Al igual que las venas, los vasos capilares y las arterias que se conectan entre sí para que la sangre circule facilitando la vida del cuerpo humano, los ríos, las lagunas, los caños, los lagos, las quebradas y los acuíferos se conectan entre sí para que el agua fluya a través de diferentes paisajes. Esta conexión es el sistema hídrico de la Tierra y, al igual que el sistema circulatorio, también facilita la vida. En esta conexión el agua viaja a través de su curso natural: nace en las altas montañas y desciende hasta llegar a regiones de sabanas o selvas hasta desembocar en el mar. En su paso, desprovista de límites políticos y de fronteras nacionales o continentales, no solo forma cuencas hidrográficas o conecta regiones geográficas muy distantes y distintas (como el páramo y la selva tropical), sino también pueblos, ciudades, países y un sinfín de comunidades urbanas y rurales.
Bajo esta perspectiva, la de la conectividad natural del agua, hace un poco más de dos décadas desde la academia y los gobiernos se empezó a hablar de la Gestión Integral del Recurso Hídrico (GIRH), un enfoque que busca orientar políticas públicas para el aprovechamiento coordinado de los recursos hídricos, la tierra y los recursos naturales relacionados, con el fin de maximizar el bienestar social y económico de las poblaciones humanas de manera equitativa, sin comprometer la sustentabilidad de los ecosistemas vitales.
La cuenca amazónica
En su definición más sencilla, cuenca es “un territorio cuyas aguas fluyen todas a un mismo río, lago o mar”. La cuenca es también la unidad territorial más aceptada para la GIRH. Nelson Obregón Neira, Director del Instituto Javeriano del Agua (en Colombia), explica que en la GIRH la cuenca se concibe como un gran sistema en donde ocurren muchos fenómenos naturales, biofísicos, sociales, económicos o de ocupación y uso del territorio, los cuales, si se estudian de manera integral, son base de un conocimiento que facilita la toma de decisiones para el manejo del agua y de sus recursos (los peces, los moluscos, las algas, etc.).
En la cuenca amazónica (que es la cuenca hidrográfica más extensa del mundo) hasta años recientes el manejo se venía haciendo desde un “enfoque muy dirigido a los ambientes terrestres, a una muy limitada información básica sobre la ecología de los ecosistemas acuáticos y a la complejidad política de la cuenca misma”. Actualmente, gracias al enfoque de GIRH, esta se observa como un macroorganismo en el que se dan conexiones continuas entre el agua y los ecosistemas asociados, los seres vivos y las poblaciones humanas. La cuenca se podría estudiar desde su hidrología o desde los ciclos del carbono, nitrógeno o fósforo que allí ocurren. No obstante ignorar los demás elementos sería como tratar de prevenir enfermedades del sistema circulatorio del cuerpo humano, pasando por alto otros órganos como el corazón o los pulmones. Una GIRH implica que se estudien estos ciclos en relación con los ciclos de vida de las especies, con los cambios en el comportamiento de los ríos y con las formas de vida de las poblaciones humanas que viven en la cuenca, cuyos conocimientos sobre ese entorno, además, son esenciales en la GIRH.
Las formas de vida de las comunidades que viven y dependen de los ecosistemas acuáticos son determinantes en la GIRH. Fotografía: Walter Wust.
Cabe destacar que actualmente muchas iniciativas (como Aguas Amazónicas) y muchos proyectos promueven un enfoque cada vez más interdisciplinar para la gestión del agua y la cuenca; es decir, que las diferentes ciencias como la biología, la hidrología, la ecología o la geología, entre otras, aúnan esfuerzos para estudiar la cuenca con el ánimo de aproximarse a la complejidad de las interacciones y conexiones que allí ocurren.
La GIRH también implica entender a los ecosistemas acuáticos a gran escala para poder comprender así las vulnerabilidades compartidas, precisamente por la conectividad del agua. En el caso de la cuenca amazónica uno de los enfoques a gran escala es el de río arriba-río abajo, es decir que las vulnerabilidades se manifiestan desde río arriba en Los Andes hasta río abajo en la Amazonía brasileña, en la desembocadura del río Amazonas. Entender esta vulnerabilidad a gran escala permite proponer acciones de manejo, planificación o conservación para la cuenca, igualmente a gran escala.
Las acciones humanas
Las acciones humanas están presentes en todos los procesos naturales y viceversa. Hoy es fácil de entender esta interacción a través de los efectos del cambio climático: en distintos lugares del mundo se presentan intensas y prolongadas sequías o inundaciones que a su vez impactan negativamente a poblaciones enteras. Pero, las acciones humanas son una de las principales causas del cambio climático. En la cuenca amazónica lo que pasa río arriba, como la contaminación de las aguas, afecta río abajo hasta donde llega dicha contaminación.
Manejar y usar el agua a través de buenas prácticas, incluso desde nuestros hogares, es una forma de aportar al cuidado de este recurso natural. Fotografía: Walter Wust.
Es por eso que si bien la GIRH busca impulsar políticas públicas para el manejo del agua, la responsabilidad de lograr este objetivo no es responsabilidad única de los gobiernos o de la ciencia: nuestras acciones cotidianas son definitivas en la GIRH. Según Nelson Obregón hay dos conceptos que nos recuerdan la importancia de nuestro rol en el buen manejo del agua, estos son cantidad y calidad: al abrir la llave se sabe que detrás hay una infraestructura de captación del agua, de distribución, de almacenamiento y que como usuarios finales debemos pagar por ello; el factor económico es el que nos lleva a cerrar nuevamente la llave. Pero si además de eso ahorramos agua debido a que esta es un recurso natural insustituible, estaremos asegurando que contemos con el agua necesaria para el futuro; de hecho, en algunos procesos productivos, por ejemplo, ya se aplica la economía circular del agua que tiene que ver con reciclar y reusar las aguas, tal como sucede en el ciclo natural.
La calidad del agua, por su parte, se suele asociar con nuestro bienestar y calidad de vida; es de amplio conocimiento que consumir agua no potable puede llevar a sufrir enfermedades de la piel, respiratorias, diarreicas o incluso otras más graves. Pero la calidad del agua no solo se entiende por el agua potable que llega a nuestros hogares a través del acueducto, sino por la calidad con la que la devolvemos a la naturaleza después de usarla.
Partir de estas nociones, así como de entender el agua como un recurso insustituible, es necesario para autogestionar nuestra forma de relacionarnos con ella y crear hábitos responsables de uso desde esa pequeñísima escala que es nuestro hogar.
Escrito por Carolina Obregón Sánchez
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Fuentes consultadas:
Nelson Obregón Neira, Doctor en hidrología y Director del Instituto Javeriano del Agua.
El agua en Colombia: retos y desafíos para la gestión integral, conservación y usos del recurso hídrico.
https://www.gwp.org